Duermo en una cama de seda durante el día y devoro pinos por las noches ¿Quién soy?
Las orugas procesionarias, lo que hay que destacar:
– Las orugas procesionarias, por sus pelos urticantes y venosos, son responsables de graves lesiones en los perros (principalmente en la lengua), pero a veces también en gatos y en niños
– Las lesiones rara vez son mortales, pero son extremadamente dolorosas y pueden provocar la pérdida de parte de la lengua
– El perro que de repente empieza a babear, o cuya lengua se hincha o cambia de color, probablemente ha lamido orugas, y debe ser llevado inmediatamente a un veterinario
– Los nidos de oruga en los pinos y cedros deben ser eliminados para prevenir posibles accidentes
Las orugas procesionarias ¿Quiénes son?
Las orugas procesionarias del pino sin las larvas de un tipo de mariposa (Thaumetopoea pityocampa), conocidas por desplazarse en filas (a menuda bastante largas).
Durante el invierno, tejen un sedoso nido en los pinos (especialmente en el pino negro, pero también en el pino carrasco, el pino marítimo, el pino silvestre…) y en los cedros. Salen por la noche para alimentarse de las agujas de los pinos, lo que a veces provoca un debilitamiento importante del árbol. La temperatura en el interior del nido se mantiene siempre bastante alta, lo que permite a las orugas procesionarias aguantar sin ningún problema, por ejemplo, en los altos de la Sierra Nevada. En primavera, la colonia de orugas procesionarias abandona el nido en fila y se entierra en el suelo, donde cada oruga teja su propio capullo y se transforma lentamente primero en crisálida y luego en mariposa.


En nuestros jardines y pinares, los nidos se pueden observar en los árboles durante el invierno. Las primeras orugas procesionarias despiertan y bajan al suelo en primavera o a veces antes en función de las temperaturas. Las orugas procesionarias tienen pelillos altamente venenosos. En presencia de un enemigo potencial, como tu perro, las orugas procesionarias no dudan en soltar estos pelos venenosos para defenderse.
¿Cómo saber si mi perro ha tocado orugas procesionarias?
Para un perro al que le gusta meter el hocico en todas partes, ir a explorar esta larga fila que se menea a ras de suelo es bastante tentador. Los perros que corren más riesgo son los muy jóvenes, que tienen todo por descubrir, y los muy mayores, que pierden un poco la cabeza. Los adultos son menos propensos a ser engañados por las filas de orugas. Los perros que padecen un trastorno del comportamiento que reduce su capacidad de control (síndrome de hipersensibilidad e hiperactividad, en particular), también son víctimas designadas. El gato, mucho más circunspecto, observa todo esto desde la distancia sin meter la lengua, y rara vez se deja engañar… ¡pero siempre hay excepciones!
La lengua
En los casos más graves, la punta, o incluso una buena mitad de la lengua, se necrosa y se desprende, lo que nos da, unas semanas después, perros con la punta de la lengua dentada, o en los casos más graves, con un muñón de lengua que se detiene en medio de la boca.
El envenenamiento se debe a los pelos venenosos y urticantes de la oruga procesionaria que contienen una toxina, la taumatopeína. Esta toxina provoca irritaciones graves y/o reacciones alérgicas. En general, inmediatamente después del contacto con la oruga, los perros acuden a sus dueños con cara de susto y en los minutos siguientes la lengua empieza a hincharse (a veces de forma espectacular): Se pone roja, luego negra, se puede hinchar hasta el punto de no caber en la boca.
El tubo digestivo
Más allá de la lengua, el resto del tubo digestivo puede verse afectado, si el perro ha llegado a tragar orugas: el esófago y el estómago pueden estar en el mismo estado que la lengua, y ahí, obviamente, es mucho más molesto y grave.
La cara
Los demás órganos de la cara (labios, hocico, ojos…), también pueden verse afectados, si han estado en contacto con las orugas. Los síntomas más graves (shock alérgico con insuficiencia renal y coagulación intravascular diseminada) son posibles, pero se observan muy raramente.
El tratamiento contra el envenenamiento por orugas procesionarias
Si tu perro acaba de meter el hocico en una procesión de orugas y vuelve con la lengua hinchada, o si simplemente lo ves babear con una mirada de susto al volver del jardín, entre enero y abril, tienes que ir rápidamente al veterinario. Lo primero será luchar contra la inflamación y el shock con corticoides de acción rápida, y contra el dolor con analgésicos. La cobertura de antibióticos limitará el riesgo de infección. La alimentación por sonda y la vía pueden ser necesarias en los casos más graves.
Las opiniones difieren en cuanto a los cuidados locales: en general, se aconseja aclarar con agua limpia de forma abundante las partes afectadas, para eliminar sin romperlas un máximo de pelillos venenosos.
¿Cómo prevenir las lesiones por orugas procesionarias?
La lucha contra de las orugas por medios químicos (insecticidas) o biológicos (fumigación bacteriana) no es responsabilidad de los particulares. Es aconsejable, tanto para los árboles como para los perros (¡y los niños pequeños!), cortar y retirar las ramas en las que se desarrollan los nidos. Obviamente, hay que tomar precauciones para estas manipulaciones: idealmente, guantes y gafas protectoras. Los nidos que estén fuera de alcance deben ser comunicados al ayuntamiento. Más adelante, se tendrá que vigilar la bajada de las orugas al suelo, y tratar de evitar que los perros salgan a pasear por zonas de pinos a principios de año.
